Patricia Talevi casada desde hace hace 36 años con Ruben, mamá de 5 hijos y directora del hogar Familias de Esperanza  dedica su vida a ser madre de tránsito. Abre las puertas de su casa a bebés y niños que fueron separados de sus padres, por casos de maltratos, abusos u abandono hasta que la justicia resuelva su situación.

Patricia me recibe con una beba en brazos de apenas cinco meses, Valentina. Este solcito descansa sobre el pecho de Patricia, inundando de paz la casa. Esta beba llego al hogar de Patricia con tan solo una semana, ese día fue mágico. El comienzo de una historia, y un día incierto saldrá de la puerta de su casa y ahí terminará esa historia. De eso se trata una familia de tránsito, una familia de amor.

“Valentina llegó a casa  con menos de una semana y claro ella no quiere ni sentir tu olor, ni sentir tu ruido. La beba quiere el latido de su mamá,  el olor de su mamá. Esa es la parte que uno como un referente que está ahí, o madre sustituta tiene que tener claro, para respetar al bebé. Hay que realmente despojarse de todo y entender que estás haciendo que esa criatura recupere sus ganas de vivir porque la realidad es que no tiene ganas de estar si no está su mamá, y eso lo ves en todos los bebes. Los chicos más grandes que vienen de un maltrato o abuso, igual ellos necesitan a su madre y a su padre. Con el tiempo ellos van recuperando la confianza en ellos mismos, se empiezan a sentir más seguros y amados. Cuando dicen que  con amor todo se puede, la verdad es que si.”   Eso es lo que ocurre en este preciso momento entre Valentina y Patricia, un puente de amor, de serenidad y de confianza.

Años atrás, Patricia ejercía como profesora de Literatura hasta que un día se cruzo con una amiga a la que veía seguido con diferentes bebés.  Cuando le contó que era parte de un programa de familias de tránsito, la conmovió profundamente. Al poco tiempo su amiga atraviesa una crisis con su marido y no le parecía que el ambiente de su casa fuera propicio para la beba que estaba acobijando. Patricia no dudo  en presentarse al hogar y junto con el consentimiento de su familia pasar a ser la nueva familia de tránsito de esta beba. (foto)

Esto sucedió en el año 1995 y desde ese entonces nunca más dejo de acobijar bebes y niños.  Dejando atrás su profesión  para dedicar su vida a la familia y a su instinto materno,  dando amor a numerosos chiquitos.  Actualmente Patricia es la directora del hogar Familias de Esperanza, resguardo II. Hogar donde acogen a grupos de hermanos derivados de los juzgados. Recibiendo cariño y contención  hasta ser entregados en adopción o restituidos a sus padres. Hoy en día ya son más de setenta  familias y voluntarios que participan de esta experiencia de amor y servicio. Familias que abren las puertas de su hogar para acobijar, ahijar y proteger, junto con voluntarios que brindan su tiempo para ayudar de diversas formas. Desde leer un cuento hasta acompañarlos al médico.

“ La familia que acoja y resguarde a un niño o a un bebito debe saber  que en cualquier momento y gracias a Dios se define su situación y debe partir. Ahí es donde uno lo tiene que acompañar con amor y ahí termina su función. Que dicho parece muy fácil y la verdad que no lo es. Cuando está en tu casa no hay un amor diferente entre tus hijos y el niño o el bebé. Un día esa criatura entra a tu casa, y ese día es una fiesta, una celebración. Ahí empieza una historia. Cuando sale de la puerta de tu casa ahí termina la historia, todo lo que pueda suceder después de tener o no contacto,  depende de muchos factores. La realidad es que todo servicio termina ahí, cuando empieza su camino en la vida, y para eso es que los preparamos. Es una experiencia como ninguna, no se parece a nada. Cuando me invade la tristeza, por cualquier motivo de la vida y me pongo a pensar en cada una de esos pequeños seres que pasaron por acá, que si bien no las conté, pero los tengo absolutamente presentes, te llenan el alma. Lo que te queda en ese intercambio es amor, mucho amor. Y una alegría inmensa de saber que sigan su camino gracias al sostén de todas esas manos que se unieron para que ese ser vuele. Ser uno parte de ese eslabón, es mágico. Si decís algo más le puedo pedir a la vida, la verdad no ”,  me cuenta Patricia y sus ojos se humedecen.

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«Si la voluntad de ayudar está, solo hay que buscar la forma.»

Familias de Esperanza

El hogar «Familias de Esperanza» recibe a niños mayores a dos años y a grupos de hermanos, derivados desde los distintos Organismos y con el objetivo de evitarles mayores sufrimientos emocionales por la separación, así como para fortalecer el vínculo familiar entre ellos, la Asociación cuenta con dos hogares convivenciales, el Resguardo I ubicado en el partido de San Isidro y el Resguardo II ubicado en el Partido de Vicente López. Son hogares transitorios y el egreso depende de la situación judicial de cada niño o grupo familiar. Además cuentan con el programa de «Acogimiento familiar» que permite a los niños crecer en el seno de una familia, hasta que se resuelva su situación.

Nota: María Aldana Falasco