Un detalle para Mariana y el pequeño Martín
El día de hoy en CecileMag, venimos a traerles otra historia contada por nuestros estimados lectores. Nos encanta alegrarnos junto con ustedes en sus días especiales y no hay día más especial que aquél en que una mujer se transforma en mamá. Acompáñanos a disfrutar de esta historia sobre una amiga inquebrantable que espera a su primer bebé.
Mariana es una amiga de fierro, de esas que te bancan en todas y que no importa en qué etapa de tu vida estés, ella siempre te acompaña. Genuinamente espero que todos ustedes tengan en sus vidas una amiga como ella, que los haga sentir queridos y acompañados en todo momento. Hoy les vengo a hablar de Mariana, de todo lo que significa para mí su amistad y de la emoción desbordante que sentí en el momento que me contó la impactante noticia ¡Estaba esperando un bebé! No lo podría creer. Mi amiga del alma estaba a punto de convertirse en mamá.
Fue instantáneo. Lo primero que pensé cuando me enteré de la increíble notica, fue en cómo agasajarla a ella y a su bebé cuando llegara el momento. Tengo que confesarles que me debatí mucho al momento de elegir el regalo. Quería que fuera algo especial, único, que le mostrara cuanto la quiero y lo feliz que estaba por ella. Muchas veces los regalos materiales se quedan en eso, son cosas. Pueden ser cosas lindas, pero cosas al fin. Y yo quería regalarle algo más, quería regalarle un momento, una emoción.
La emoción de ser madre es única e irreemplazable. El día llegó y haciendo memoria recordé cómo adoraba Mariana el color amarillo, fue entonces que decidí enviarle este hermoso arreglo floral, llamado Refugio Otoñal. Un ramo de rosas amarillo pastel, con unas delicadas flores lilas y alstroemerias blancas y amarillas. Qué mejor nombre que Refugio Otoñal, sabiendo que la maternidad es ese refugio que le ofrecemos a nuestros hijos y que ellos nos ofrecen a nosotros. Además del hecho de que el pequeño Martín nació, justamente, en otoño.
Solo me queda por contarles que el regalo le fascinó y que Martín es ahora un bebé hermoso y saludable. La alegría del momento en que lo ví por primera vez fue inigualable. Mari estaba radiante, sosteniéndolo en brazos y se puso a sonreír como loca cuando vio el ramo. Creo que cumplí con mi objetivo. Pude regalarle ese pedacito de felicidad que tanto quería. Ahora, cada vez que veo rosas amarillas, recuerdo ese momento único que los tres compartimos.
¿Tenés alguna historia que contarnos? Escribinos en los comentarios ¡Nos vemos la próxima!