Este año fue diferente a todos los demás. De un día para el otro, un montón de cosas que dábamos por sentado en nuestra vida se prohibieron. El mundo se llenó de barreras y obstáculos y muchas familias se separaron, incluida la mía. Pero hoy es un día diferente, el día en el que voy a poder abrazar a mi abuela luego de doce meses sin verla.
La mitad de mi familia vive en Rosario, a unos 300 km de mi casa. Todos somos muy unidos y solemos viajar varias veces durante el año para festejar fiestas, cumpleaños y vacaciones. Pero este año no fue como todos los otros: las fronteras se cerraron y las distancias se alargaron. El solo hecho de pensar en emprender un viaje parecía imposible y cada vez que se prorrogaba el aislamiento nos sentíamos más y más alejados de nuestros seres queridos. Fueron meses muy duros para nosotros.
Pero el día de hoy, luego de un año de no poder ver a mi familia, emprendimos viaje hacia Rosario para poder disfrutar de Año Nuevo junto a ellos. La parte más divertida, es que mi abuela no sabe que vamos. Ya organizamos todo para sorprenderla esta noche cuando lleguemos a festejar con ella. Tenemos preparados todos los adornos para que la celebración sea hermosa: ya elegimos las flores para los centros de mesa, las luces y velas que van a acompañar la noche y llevamos una vajilla especial que era de mi bisabuela.
Mis tíos nos recibieron en su casa y ya comenzamos a decorar el jardín para poder festejar al aire libre. Las mesas están listas y mis primas pequeñas de 7 y 5 años corren por el pasto, felices de que estemos con ellas. Nos llenaron de dibujos, de muñecas, de abrazos y besos. No puedo explicarles la emoción que sentí al verlos y lo ansiosa que estoy de poder abrazar a mi abuela y ver su cara de sorpresa. Ella cree que solo pasará la noche con mis tíos y sus hijas ¡No se espera lo que viene!
Le escribí una nota a mi abuela y espero dársela cuando comience el nuevo año. Quería dejarle escritas unas palabras para que pueda leerlas siempre que quiera durante el tiempo que no estemos juntas. Siempre creí que las dedicatorias son una forma hermosa de expresar sentimientos y hacer que un regalo común y corriente se trasforme en algo mucho más especial que puede durar toda la vida. Es muy difícil para mí no tenerla cerca, y sé que para ella también. Pero la distancia hace que cada segundo que tengamos para disfrutar juntas sea único y sumamente especial. Cada momento que paso con ella se graba a fuego en mi memoria y me llena de emoción.